En aquel pequeño rincón que hacia de
cocina. Junto con los vapores y olores que desprendían las ollas del pote
gallego, el cocido madrileño, o los callos, se entremezclaban las historias
de personajes famosos que pasaban diariamente por aquella zona antigua de
Madrid. Unas eran escuchadas sin querer, otras muchas contadas por los propios
comensales cuando la charla se animaba acompañada por la euforia del momento de ocio.
Ramiro era un hombre de edad
avanzada, buena persona y con mucho mundo corrido. De joven había viajado de un
lado a otro, siempre con su profesión de camarero a cuestas. Era este el que se encargaba de
pasar las noticias al olor de los pucheros. Y poner cara y nombre a los cuentos
y chismes de la gente que pasaba a sentarse en el comedor de aquel Restaurante.
-Cuatro cocidos completos -uno de
ellos para el Andaluz. El productor de cine. Con una buena “pringá” como él
dice. -Como podrá comer tanto este hombre, un día le va a dar algo de lo gordo
que esta. Hoy se le olvidó, que ayer dijo que estaba a régimen-. - Según les
oigo hablar creo que están preparando el rodaje de una nueva película-.
Pues mira el Empresario de la mesa 4,
anoche estuvo aquí de copas con la pelirroja que se la comía con los ojos, y
hoy viene a comer con su mujer como si tal cosa. Le ha quitado el abrigo de
piel con una delicadeza que si no le conociera bien, se podía pensar que esta
enamorado de ella. -Claro que es la que maneja los cuartos-.
-Para la locutora de TV. como todos
los días prepárame un pincho de tortilla y un filete grande para llevar. El
filete es para blanquita, su mimada
gatatita. Me cuenta que es la única compañía que tiene para darle cariño cuando
llega a casa-.
-En la mesa 5 acaba de sentarse el locutor de
radio. Me da a la nariz que su acompañante no es solo un amigo. Lo digo por lo
acaramelados que se les ve y las miradas que se dedican uno a otro…
El actor Veterano (como todos le llamamos
cariñosamente) aprovechando que la señora fue al baño me pide que le sirva
rápido una copa de ginebra antes de la comida. Este terminará con una cirrosis
que se lo llevará a la tumba en pocos años.
Por cierto acaban de entrar la pareja
de “astrólogos”. Me piden que les pongas dos bocadillos de calamares, aunque no
pueden pagar como les pasa siempre. Luego cuando termine la hora de las comidas
dicen que te leerán el futuro gratis.
¿Se puede saber porque tienes que
comentar la vida de todas las personas que pasan por aquí sin conocerlas? Déjate
de chismes, que no puedo escuchar bien las comandas que me piden tus
compañeros. -Le dijo Benita la cocinera con el genio que la caracterizaba desde
que solo veía pucheros y sartenes -. Como se entere el jefe de lo cotilla que
eres te plantará de patitas en la calle el día menos pensado. Y dile a los “astrólogos”
que les daré su bocadillo a cada uno, pero que ya se muy bien el futuro que me
espera como no pierda de vista esta cocina y toda la compañía que me rodea.
-Si lo sabré yo (prosiguió Ramiro) que
les conozco a todos. Llevo unos años en el barrio y estoy bien enterado de la
vida y costumbres de unos y otros- ¡Ay! (Gritó acto seguido dando un respingo dirigiéndose a los compañeros). ¡No me
toquéis la 10, que esa mesa la sirvo yo! Es el momento del día que espero con
ilusión para cruzar una mirada con los lindos ojos de ese joven actor que me
tiene loquito, y de hoy no pasa, aprovecharé que viene solo para plantárselo de
sopetón… Y se fue con el blog de comandas en la mano derecho a la mesa 10.
Rafaela