20 de octubre de 2011

AMOR DE ADOLESCENTES

http://www.youtube.com/watch?v=Utd9cHBPfRA&feature=related

Son solo niños, no tendrán aun los trece años pero con sus miradas se dicen todo lo que necesitan para sentir ese revolotear de mariposas en el estomago que les hace felices. No tienen edad, a esa edad solo se sueña, cuando sean mayores ya se dirán todo lo que sus corazones de adolescentes sienten.
Su ilusión es poder cruzarse en la calle y mirarse, solo mirarse, hablar para ellos esta prohibido rompería el encanto de ese amor platónico que sienten uno hacia el otro.

La edad de los juegos ya ha quedado atrás, las ocasiones de encontrarse son pocas, hay que dejar pasar ese tiempo de espera entre la adolescencia y esa otra edad más adulta.

El sale al recreo de la escuela con su bocadillo o bollito en la mano buscando el sol junto a unas portadas verdes que hay en la otra acera, sin prisas, saborea el tente en pie de media mañana. Puede que tenga sus problemas típicos de estudiante, pero esos veinte minutos se siente feliz, porque intuye que desde alguna ventana no muy lejana (aunque no se deje ver). La niña le observaba, anhelando que ese rato se alargue el mayor tiempo posible, deseando que él, en cualquier momento dirija la mirada hacia la ventana y así ella imaginar que la esta buscando, que quiere verla una y otra vez como ella a él.

A la muchacha nunca antes la miraron de ese modo. Hasta ahora todo para ella habían sido complejos. Es la edad del cambio, piernas flacas y larguiruchas, pelo lacio y color no muy definido, de un castaño oscuro y feo, no le gustan sus vestidos, lo que no ayuda mucho a que se pueda sentir bien. ¡Solo esa mirada tan especial la hace sentir la mas bella del mundo!
Uno y otro los mismos sentimientos, los mismos deseos, sin acabar de entender lo que les pasa, pero creyendo tener claro que se gustan y quieren estar juntos.

Cuando por fin un día se deciden a hablar, cuando se sienten cerca y se miran de frente, todo ese cuento de hadas se desvanece. Solo hacen falta dos palabras para entender que ni aquella mirada era tan especial, ni lo que tienen que contarse es tan mágico como lo habían forjado cada uno en su imaginación.
Con cierto desconsuelo se separan sin ni siquiera decirse adiós, cada uno por su lado con cierta pena por haber despertado de aquel bonito sueño.
Eran solo ilusiones idealizadas.
¡Simplemente es un amor de adolescentes! 


Rafaela.