21 de mayo de 2011

EL MIRLO COMUN



No hablo de uno, ni de dos, sino de muchos mirlos que en esta época del año alegran el amanecer en el campo. Llevo años observándoles y por más que los miraba, nunca pude saber tanto sobre ellos.
Hoy quise saber de su vida y costumbres, he sabido lo que difícilmente podía aprender de ellos con pasarme horas mirándoles. Son muy astutos y se mueven en el suelo dando saltitos, cuando vuelan lo hacen con vuelos bajos y no muy largos, hacen sus nidos en setos de jardines, aligustre, y debajo de alguna teja de tejados bajos.
Disfrutar de su canto sobre todo al amanecer y al caer la tarde, es todo un placer, por la infinidad de gorjeos que puede tener en sus trinos. Se puede decir que el mirlo silba, toca la flauta, llama o charla.
Había podido comprobar que no canta igual el mirlo de Madrid, que el del campo, pero no sabía porque. Es por su capacidad de imitar todos los sonidos que tiene a su alrededor. Si lo escuchas detenidamente creerás estar escuchando distintos pájaros por la facilidad de cambios que puede tener.
Canta desde enero hasta la última semana de julio y con más intensidad en primavera, en la época de apareamiento y cuando reconstruyen el nido que reutilizan de un año para otro. Esta especie es monógama, la fidelidad es la regla general hasta la muerte de uno de los dos. Se alimenta de insectos y frutas.
Siempre he mirado el mirlo negro, que es el más común en la zona. Es de un negro intenso azabache que contrasta con el amarillo del pico y un aro alrededor de los ojos también amarillo. Por más que buscaba nunca supe diferenciar la hembra del macho, ahora se que la hembra es de color mas parduzco, y se mueve menos que el macho porque se ocupa todo el tiempo del nido. A veces suelen tener hasta tres generaciones por año.

17 de mayo de 2011

TERESA Y LA CRUZ DE MAYO

En el mes de Mayo el mes de las cruces, no puedo dejar de recordar a Tere. Una persona que vivía este mes con autentica pasión. Desde el día tres que era el cumpleaños de mi padre, ya tenía la Cruz puesta. Quizás ella no sabía exactamente el origen de esta celebración, pero si la seguía con la tradición de nuestro pueblo.

Allí en La Garganta, era costumbre de poner una Cruz o altar en muchas casas. Engalanada con la mejor colcha o tapete que se tuviera, adornada la base con romero y flores, muchos floreros y estampas de la virgen, grandes macetas alrededor en el suelo, la pequeña cruz presidia un lugar privilegiado en la casa.

El venir a Madrid, a Tere no le hizo cambiar sus costumbres. Aunque las casas eran más pequeñas que en el pueblo, ella se las ingeniaba para buscar un rinconcito y poner su Cruz todos los años, y durante todo el mes no le faltaban las flores. (Esto y otras muchas cosas, me contaba ella) que le hacían estar un poco mas cerca del pueblo. Yo no podía entender como siendo las dos de la misma edad, a ella no se le olvidaban las fiestas y costumbres de su tierra. Cosas que a mi me costaba recordar, o no las tenia en cuenta.

Hasta los doce años Tere y yo, fuimos compañeras en la escuela, hicimos la Comunión el mismo día, amigas podemos decir, teníamos la misma edad y nuestros padres también se conocían como era normal en un pueblo pequeño.

Nadie podía pensar que pasados unos años (al faltar mi madre) ella seria la madre de mis cuatro hermanos pequeños. De los que me siento orgullosa al sentir como me quieren, como también yo los quiero a ellos.

Siempre la llame Tere y ella a mi Rafi, igual que lo hacíamos desde pequeñas. Así fue como vivimos en nuestra juventud, las dos teniendo niños casi al mismo tiempo. Los suyos eran hermanos míos y tíos de mis hijos, de echo hay algún tío mas joven que el sobrino. Sonaba un poco raro que mis hijos la llamaran abuela siendo tan joven, pero ella así lo quería y así lo vivía, decía que no le importaba, ya que eligió a mi padre con todas las consecuencias aunque la diferencia de edad era de veintidós años se adaptaron el uno al otro y fueron muy felices.

Tere murió muy joven hace once años, solo tenía cincuenta y uno, se fue en los mejores años de su vida. Conoció su primer nieto, pero se perdió a otros cuatro que vinieron después.
La vida tiene injusticias. Mi padre que pensó siempre que por lógica faltaría antes que su mujer, la vida le jugo otra mala pasada y tubo que vivir su perdida, que solo supero a duras penas cuatro años mas.

Los recuerdo a los dos con mucho cariño. A mi padre por ser él, a Tere como su mujer durante treinta y tantos años, con todos los momentos buenos vividos y otros también de duras enfermedades. Tere siempre estuvo ahí.
Así fue la convivencia en familia.