No ha sido nada ¡dijo! Solo
una pequeña cicatriz que cubrirá la línea del bikini, mañana saldré del hospital, con una pequeña parte
menos de mi cuerpo, pero al fin, era algo que ya no necesitaba.
Mientras contestaba al
teléfono miraba por la ventana de
su habitación, eran los últimos días de agosto, fuera estaba diluviando y unos
truenos ensordecedores retumbaban con fuerza en la plazoleta ajardinada que
formaban los distintos pabellones de aquel hospital. En el edificio de en frente
por encima de la puerta se podía leer. ONCOLOGIA.
Siguió pegada a los
cristales sin quitar ojo de las letras que identificaban aquel pabellón con la
palabra que siempre le había tenido tanto terror. ¡Oncología.! ¡Luego, quimioterapia!
¡Que suerte de no estar ahí, pensó! Y pensó también en las personas que
estarían pasándolo peor que ella, con verdaderos problemas de salud, luchando y
sufriendo largas sesiones de tratamiento. Al fin y al cabo ella solo tenía
veintidós puntos que se los quitarían en diez o quince días. Ya le daban de alta
al día siguiente.
Lo que menos podía esperar era que en los días
de convalecencia recibiría una llamada de teléfono que pondría a prueba aquella
mujer que tan fuerte se había creído hasta ese momento.
Hola buenos días, soy la secretaria de doctor
López le comunico que tiene una cita para la semana próxima en el edificio de oncología
en la planta baja consulta 6.
¡Perdone respondió, creo
que se confunde yo nunca estuve en ese edificio a mi me operaron en maternidad!
¡Bien señora, pero se le cita a usted el martes
de la semana que viene a las 10 de la mañana en esa consulta!
¿Se lo ruego señorita, me
puede decir el motivo por el que mi cita es en la consulta de oncológica?
¡No puedo anticiparle nada
más, es la orden que tengo!
¿Por favor se lo pido, no
puede dejarme con esta duda toda una semana,
dígame al menos que cuando
analizaron encontraron algo que tienen que comunicarme?
¡Puede que el motivo sea
ese, disculpe pero no puedo decirle más!
¡Gracias, iré preparada y
con la idea de que no escucharé nada bueno!
Como podía ser que el mismo
día que cumplía 50 años le dieran la mala noticia. Aquel día de cumpleaños
seria muy distinto a otros años pasados.
La mañana en aquella sala de espera la hizo
reflexionar sobre momentos vividos, había tenido días bajos de ánimo pero
jamás estuvo en una situación de tanta desgana a pesar de no
tener otro dolor que la incertidumbre de lo que pudiera pasar. Observando a
todas las personas que se encontraban en la sala se preguntaba. Unos serán
enfermos, otros serán sus familiares o acompañantes, unos son jóvenes, otros mayores,
algunos como a ella no se les notaba ningún síntoma de enfermedad, sin embargo
había mujeres con gorro o pañuelo que disimulaban las secuelas de tratamientos
recibidos, los había con cara de miedo, y la mayoría charlaban animados en voz
baja sin que se apreciara en ellos la menor preocupación. Ya se que haré. Tomaré
todo esto como otra prueba de fuerza, y como tal no voy a desmoronarme a la
primera, resistiré lo que venga y luchare, todavía me queda mucho que hacer. Cambiare
mi actitud respecto a la forma de ver la vida, sobre todo valorar mas todo lo
que tengo a mi lado, sea bueno regular o incluso a lo menos bueno intentaré
sacarle algo positivo. Exprimiré al máximo y con alegría los días que me encuentre bien y los peores
los aceptaré pensando que mañana será otro día mejor.
Sumergida en sus pensamientos no escucho la
voz que decía su nombre anunciando que podía pasar a la consulta 6. Fue su compañero quien repetía
su nombre una y otra vez para devolverla a la realidad.
Rafaela.
Impresionante Historia en la cual se da cuenta uno de lo bonita y maravillosa que es la Vida y de las erróneas cosas que hacemos por despecho y sin analizar nuestra actitud.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ha sido un relato precioso. Siempre nos parece que les ocurren estas cosas a los demás !!
ResponderEliminarEs una historia que se repite a diario, y como ya te han comentado nadie piensa que le va a tocar. Y cuando te toca, valora cada minuto, cada segundo y cada hora de esta vida con la mayor intensidad posible, no apreciamos las cosas hasta que las perdemos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita a mi blog, Rafaela.
Tenemos que estar preparados siempre para esta clase de noticias, incluso los que pensamos que estamos completamente bien. Estas cosas nos hacen ver la vida de manera diferente y comprender lo que merece la pena de verdad.
ResponderEliminarUn beso
Hola Rafaela, normalmente siempre pensamos que a nosotros no nos va a tocar una enfermedad de estas, pero nadie esta libre de tenerlas por muy sano que creamos estar, yo hace muchos años lo viví doble, primero con mi madre una mujer sana y de buenas a primeras como a la protagonista de tu relato le paso, y a los tres años con mi padre lo mismo, nunca lo esperamos pero hay lo tenemos, y por mucho que lo hayas vivido y nos preparemos nunca lo estamos, lo que si hace que la vida la veas de otra forma y valores cosas que antes no lo hacíamos, y quizás se tomen decisiones mas drásticas que antes no las tomarías, es otra forma de ver las cosas.
ResponderEliminarTu relato es el día a día de muchas personas y mas real no puede ser, fíjate si se había mentalizado la protagonista y al final cuando dicen su nombre como que no lo quiere oír, su subconsciente no lo acepta, creo que es lo que nos pasaría a todos, felicidades por el relato Rafaela.
Besos.
No es fácil aceptar nuestra realidad. Nosotros nos trazamos un proyecto y queremos que nuestra vida transcurra por el proyecto que hemos ideado, pero resulta que no somos nosotros quien marca los tiempos ni el camino que seguiremos; entonces llega la enfermedad y nos sorprende.
ResponderEliminarBesos
Tremendo texto, tremenda realidad. He revivido los momentos más duros de mi vida, esta enfermedad se llevó de mi lado a mis padres y aún tengo las heridas abiertas.
ResponderEliminarUn abrazo Rafaela.
Todos tenemos miedo... más vale no pensar!!!! si llega... habrá que afrontarlo como mejor se pueda. Besos
ResponderEliminarEsa dichosa enfermedad me arrebató a varios familiares unos, sufrieron demasiado otros, no se pudo ni diagnosticar.
ResponderEliminarDuro e intenso pero bien narrado.
Un abrazo
Así es; nunca cree uno que a él le puede tocar: pero en fin; ¡lagarto lagarto!,,,pensaremos en positivo. Lo malo es que a veces cuando queremos cambiar ya es tarde.
ResponderEliminarBesos tocaya.
Dice Woody Allen. Que las dos palabras mas importantes que se pueden escuchar no son "Te quiero o te amo".
ResponderEliminarsi no.... "Es benigno". Un besote.
Siempre pensamos que les toca a otros, que no va con nosotros, pero está ahí y lo mejor es afrontar la realidad y luchar, luchar y luchar, la esperanza es lo ultimo que se debe perder
ResponderEliminarUn texto que nos hace reflexionar, aunque yo creo que por mucho que intentemos pensar en ello, no hay forma de saber realmente cual sería nuestra reacción ante una noticia de este tipo.
ResponderEliminarBesos
Es muy triste. Un abrazo.
ResponderEliminarHay llamadas inesperadas que nos ponen la mente a cien y luego no dejamos de pensar.Que de momento pase de largo y no nos llamen.
ResponderEliminarGracias por la visita:))
Un beso
Al empezar a leer este relato me recordó una situación de operación en maternidad aunque con algún problema que se solucionó con una operación de urgencia a las pocas horas de la operación principal lo que costó más la recuperación pero tuve la suerte de que después no sonara ese teléfono para darme una cita tan triste......deseo que todo vaya bien, rezaré por ello.Besotes
ResponderEliminarHola Rafaela, me dejas con el corazón encogido…
ResponderEliminarQué triste escrito, pero real como los días que vivimos, nada se puede hacer cuando la enfermedad llega, solo esperar que sea lo menos doloroso posible.
Un beso enorme.
Hola Rafaela....Cuando yo tenía treinta años me operaron de un tumor inguinal. Estuve en cama cinco días esperando el resultado de la biopsia. Total:Benigno
ResponderEliminarHace cuatro años tras dos días en coma, me metieron a toda prisa en un quirófano y me cortaron treinta centímetros de colon, pero como las biopsias hoy en día se hacen sobre el terreno, el resultado ne lo dieron cuando me estaba despertando del coma y de la anestesia:
-Tranquilo, tío que ya has vuelto-me dijo el cirujano-Es benigno.
Ni siquiera le sonreí ni le di las gracias.
Me dormí pensando que de nuevo, estaba condenado a vivir.
Un beso y mi felicitación por este excelente post. Por cierto, dentro de un par de días voy a subir un post que trata sobre otra clase de vida y también de muerte, pero entre los siglos XVI y XVII. Quedas invitada, pero toma tu tiempo para leerlo ya que va a ser largo.
José Luis, ¡vaya putada! Me he quedado de piedra leyendo tu comentario.
EliminarHay llamadas que nos obligan a caer y nos dejan durante un tiempo sin fuerzas para levantarnos...sólo nuestra fortaleza interna es quien nos puede ayudar a salir del abismo.
ResponderEliminarUn relato tan real como la vida misma.
Besos guapa!
Hay sueños tan felices, estamos disfrutando tanto con ellos, que no quisiéramos despertar para tener que afrontar la realidad.
ResponderEliminarOtras veces, es tal la pesadilla que vivimos, que sentimos ahogarnos y el despertar... ¡bendita liberación!
Me ha gustado tu relato y, sobre todo, la parte positiva que de él se desprende.
Cariños,
Kasioles
PUES TENGO UN AÑO MÁS QUE TÚ PRECIOSA Y MI HISTORIA OCURRIÓ CUANDO TENÍA 42 AÑOS.BESOTES
ResponderEliminarRafaela permiteme que entre en tu blog y esté un rato contigo. Soy seguidora de Elena y me has llamado la atención y cuando he entrado y leido el texto me ha impresionado.
ResponderEliminarCuando llega un momento como el que describes, en primer lugar, no entiendes lo que te estan diciendo porque tus oidos no quieren escucharlo.
Luego, sin saberlo, te vas introduciendo en una araña de pruebas, tratamientos, análisis, momentos inesperados pero que vas superando mecanicamente y te vas haciendo a todo lo que pondan delante.
Observas sorprendida como sacas fuerzas sobre todo para animar a tus seres queridos que estan a tu alrededor, pues lo primero que quieres es no hacerlos sufrir.
Te encomiendas a Dios y pides esperanza, que todo el mundo que se encuentre en esta situación no debe perderla.
No sabemos cuanto es capaz de afrontar el ser humano con lo que se le presente delante.
Es un placer tener contacto contigo Rafaela.
Con tu permiso me hago seguidora para volver a leer tus estupendas entradas.
Un abrazo de tu nueva amiga. Teresa.
Hola Rafaela. Siempre me queda pendiente entrar aquí y decirte algo pero como nos mandas tus escritos por correo los leo allí y luego... pasa lo que pasa, que se olvida.
ResponderEliminarCuando vi este escrito me sorprendió el título, "La llamada", igual que uno que puse en febrero del año pasado, aunque no tiene nada que ver uno con el otro.
Voy a ver si para el próximo no se me pasa y me vengo aquí directamente.
Aquí dejo la dirección de mi post por si alguien de tus múltiples lectores le apetece verlo. Un beso,
http://maluca-cosillas.blogspot.com.es/2012_02_01_archive.html
Es cierto que al poner el titulo me recordó otro que había oído antes, pero no recordaba que fue un post tuyo, por cierto es un relato muy bueno.
EliminarPondré tu entrada en mi blog, luego solo te queda devolver la visita y hacerte seguidora de todo el que llegue al tuyo.
Un beso.
Me ha impresionado lo que has escrito, como me han gustado otras entradas que acabo de leer. He conocido tu blog hace muy poco, a través del blog de Charo. Me ha gustado mucho, así que con tu permiso me he registrado como seguidor. Un fuerte abrazo desde el blog de la Tertulia Cofrade Cruz Arbórea.
ResponderEliminarhttp://tertuliacofradecruzarborea.blogspot.com/
Un relato con toda la vida por delante, como deberían ser nuestra experiencias, siempre en busca de lo positivo aunque la realidad sea, a veces, demasiado amarga. Un beso.
ResponderEliminarLa fuerza de resistencia que tenemos los humanos no puede medirse. Nos caemos y nos levantamos una y otra vez y eso es admirable. Un abrazo nueva amiga!!!
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